El 38
Ayer por la tarde, entrando la noche, estábamos reunidos en el salón del fondo del jardín de infantes los padres junto a las maestras. En ese entorno tan tierno, lleno de colores, dibujos, con el perfume que los niños de la tarde aún habían dejado en el ambiente.
Tres estruendos sumamente fuertes resonaran como si alguien hubiera golpeado una chapa con mucha fuerza. Nacional estaba jugando al fútbol por lo cual supusimos serían la expresión de algún fanático.
Seguimos mirando a nuestros hijos en una filmación realizada esa misma tarde, de pronto una de las maestras le pide a Cecilia si puede salir de la reunión y acompañarla. Los minutos pasaban, ella no volvía, me comencé a inquietar perdiendo ya la atención a lo que estaba aconteciendo en la reunión de padres.
Al rato salí. Cuando miro hacia la calle diviso las luces de las sirenas de patrullas y ambulancias iluminando la cuadra. Tres heridos de bala yacen en el suelo, una mujer, su esposo y su hijo. Los tres heridos en sus piernas. Uno metros más allá su BMW azul con un orificio de bala, grueso calibre, en una de sus puertas.
Cecilia no pudo hacer mucho más que confirmar los signos vitales y de lucidez así como que estuvieran fuera de peligro.
El estruendo no fueron chapas, fueron balazos, de esos que cada vez nos acostumbramos más a escuchar.
Al parecer eran tres los que los esperaban, sentados en un muro y sabían que esta familia traía dinero, los robaron y los balearon.
Hasta que llegamos a casa no volví a calmarme. Los policías andaban por las azoteas como si no supieran que a esa altura los delincuentes ya estarían por la otra punta de Montevideo. De todos modos, yo presumiendo esto, estaba con un pánico terrible de que alguno de los fugados se colara a nuestra reunión en forma violenta.
El desenlace, tres heridos de bala, un barrio conmovido, un reunión de padres que continuó como si nada hubiera pasado, una llegada a casa a corroborar que todo está en calma.
Al acostarse, el suspiro de haber sobrevivido un día más a estos tiempos modernos, la tensión de pensar que mañana nos espera otro día ahí afuera, en la jungla.
Tres estruendos sumamente fuertes resonaran como si alguien hubiera golpeado una chapa con mucha fuerza. Nacional estaba jugando al fútbol por lo cual supusimos serían la expresión de algún fanático.
Seguimos mirando a nuestros hijos en una filmación realizada esa misma tarde, de pronto una de las maestras le pide a Cecilia si puede salir de la reunión y acompañarla. Los minutos pasaban, ella no volvía, me comencé a inquietar perdiendo ya la atención a lo que estaba aconteciendo en la reunión de padres.
Al rato salí. Cuando miro hacia la calle diviso las luces de las sirenas de patrullas y ambulancias iluminando la cuadra. Tres heridos de bala yacen en el suelo, una mujer, su esposo y su hijo. Los tres heridos en sus piernas. Uno metros más allá su BMW azul con un orificio de bala, grueso calibre, en una de sus puertas.
Cecilia no pudo hacer mucho más que confirmar los signos vitales y de lucidez así como que estuvieran fuera de peligro.
El estruendo no fueron chapas, fueron balazos, de esos que cada vez nos acostumbramos más a escuchar.
Al parecer eran tres los que los esperaban, sentados en un muro y sabían que esta familia traía dinero, los robaron y los balearon.
Hasta que llegamos a casa no volví a calmarme. Los policías andaban por las azoteas como si no supieran que a esa altura los delincuentes ya estarían por la otra punta de Montevideo. De todos modos, yo presumiendo esto, estaba con un pánico terrible de que alguno de los fugados se colara a nuestra reunión en forma violenta.
El desenlace, tres heridos de bala, un barrio conmovido, un reunión de padres que continuó como si nada hubiera pasado, una llegada a casa a corroborar que todo está en calma.
Al acostarse, el suspiro de haber sobrevivido un día más a estos tiempos modernos, la tensión de pensar que mañana nos espera otro día ahí afuera, en la jungla.
Etiquetas: Cronicas
1 Comments:
Y eso q estas en Montevideo negro!!!
Cruzate el charco pa ver lo salado q esta aca... Si alla esta pesado no sabes lo q es esto.
Ademas, luego de haber vivido un año en Montevideo me di cuenta q aca, los porteños y no, pero los q viven en esta ciudad tan linda, tan llamativa, estan cada dia mas locos.
El nivel de violencia q nos inunda dia a dia es tremendo y no solo hablo de violencia como la q describis en tu cronica, sino violencia verbal, simbolica y de todo tipo.
Aca vas, rapido, apurado, no importa q no lo estes, pero el de adelante lo esta y el de atras tambien...
"Correte pelotudo..." y te pisan, te chocan...
Algunos hablan solos, otros gesticulan sin hablar.
Cada día esta ciudad de Buenos Aires, tan seductora y atrapante para algunos, nos enloquece un poquito mas...
Montevideo, te extraño!!!!
Todavia allí quedan pequeñas cosas que nos hacen encontrarnos con nosotros mismos; al menos eso sentí viviendo un año allí. Las caminatas interminables por la rambla, los mates del parque Rodo, las cuerdas de Palermo y por que no, la de Mi Morena en Tres Cruces, barrio que me cobijo un tiempo.
Infinidad de cosas me atan a ese pequeño y a la vez enorme lugar.
Solo espero volver...
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