miércoles, junio 18, 2008

Ser Humanos


Los transeúntes asombrados observan sus carteles, turistas, vendedores, vecinos, todos asombrados.
La luz del sol se despliega sobre San Telmo e ilumina a estos personajes. Parecen de un cuento, escapados de una fábula.
En un tiempo moderno donde no nos detenemos a mirar a los ojos de quien se nos cruza en la calle, en el cual no sabemos el nombre de nuestros vecinos y no nos interesa saberlo, en el que cada conquista tiene que ver con lo individual, los ojos de quienes pasan los miran desconfiados.
Tímidamente algunos se animan a dar un paso y se dejan llevar por un abrazo, entre ellos yo mismo. Al tiempo otros miran con cara de sorpresa y unos ríen buscando una cámara oculta de algún programa televisivo. Espectadores aguardando un desenlace poco previsible, pensando que ahora pedirán una moneda o intentarán vendernos algo.
No me pidió nada, tan solo me abrazo, con una tremenda emoción y cariño, no me pidió nada y yo le di todo lo que pude en aquel abrazo.
Tratan si de vendernos algo, y ese algo somos nosotros mismos, hombres, mujeres, niños, despojados de nuestros prejuicios, de nuestras ambiciones, refugiados en nuestra más sencilla y enorme humanidad.
Gracias hermano, por ese abrazo.