lunes, junio 01, 2009

Prisión

En esta prisión no hay rejas, ni puertas, tampoco paredes sobre las cuales leer o escribir leyendas.
El guardia parece inofensivo, desprovisto de armas y uniforme, sin gorra ni botas.
Sin embargo con el paso del tiempo se hace más difícil burlarla, no hay hacia donde correr porque no hay lugar que contenga la prisión que me contiene.
La fui construyendo desde niño, pensando que sería una fortaleza que me protegería, mi fortaleza.
De a poco la fui convirtiendo sin darme cuenta en prisión, de máxima seguridad, y me transformé en mi propio celador.
Algunas veces me revelo e intento escapar, emprendo la fuga, pero vuelvo solo, acobardado, sin que el guardia vaya por mi, pues no sé a donde ir, me siento seguro en la contención de mi prisión. Vuelvo entonces a construir más barreras invisibles, más muros intangibles, que intenten mantenerme dentro del encierro.
Guardia y prisionero mucho se conocen, tanto que el poder del uno sobre el otro es inmenso, y aunque parezca irónico ambos luchan por la libertad del ser, desde esa cárcel.
Que cosa rara la vida cuando uno mismo es prisión y prisionero.