La Caricaturización Del Partido Colorado
Los actos de desesperación realizados por Juan Pedro Bordaberry, las declaraciones sobre el procesamiento de su padre y de Juan Carlos Blanco por parte los ex presidentes Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle han despertado en mi gran asombro, asombro por ver tan débiles argumentos y discursos esgrimidos por algunos quienes fueron - desde mi punto de vista - respetables oradores.
Evidentemente el Partido Colorado y muchos de sus integrantes se sienten acorralados al ver desmoronarse la muralla de impunidad que habían creado entorno a los crímenes y criminales envueltos en la última dictadura militar que existió en nuestro país; y temen se termine de caer lo poca estructura que mantiene vivo - aunque agonizante - a su partido.
Desde que asumió el nuevo gobierno se percibía una hostilidad mayor en las filas coloradas que en las propias del ejército, ante la intención de permitir investigar y actuar más allá de lo hecho anteriormente. Esto da para pensar que clases de responsabilidades tienen los primeros para que tanta preocupación haya nacido.
Se acusa a la justicia de no tener independencia y se la insulta al decir que está influenciada por el gobierno desde hace un año y medio atrás. Tan ridícula es esa acusación como la que se escuchaba cuando ellos eran gobierno y desde la otra vereda se decía que la justicia no avanzaba pues estaba por ellos influenciada a lo que respondían con fuertes voces a los cuatros vientos que, por suerte en nuestro país la justicia era independiente. Es muy infantil esgrimir ahora ese argumento como válido.
La única - y no menor - influencia sobre este proceso que tuvieron, o dejaron de tener, los diferentes gobiernos desde que retornó la democracia es la de aplicar la ley de caducidad y tomar la determinación de que casos la justicia estaba posibilitada a investigar o no.
Por otro lado, Pedro Bordaberry, insiste permanentemente con los únicos dos argumentos que parece poseer que son las declaraciones de Rafael Michellini y Gonzalo Fernández. Por más que al principio le pudo haber parecido buena estrategia debiera ya darse cuenta que está quedando en ridículo al insistir con ellos. Demuestra no tener mayores argumentos que un par de declaraciones tomadas en forma secreta y fuera de contexto. Reclamo más astucia o de lo contrario silencio.
No se puede pretender que quien tuvo que enfrentar un momento crítico cuando los terroristas mataban y secuestraban allá por los 60 y 70, asumiendo la Presidencia de La República, pueda eludir la responsabilidad de los hechos que bajo su mandato ocurrieron. Si estaba informado por permitirlo, y si no lo estaba por no tener la competencia para estar en un cargo tal.
Así como es triste ver a una estrella del fútbol que no se retira a tiempo en lo mejor de su carrera, es penoso escuchar como se repite una y otra vez, desde hace meses, el ex presidente Julio María Sanguinetti declarando sobre su preocupación por los parámetros básicos de la política de paz, sobre una política que dice discrimina juzgando a unos y no a otros. Por si acaso le recuerdo que muchos fueron discriminados pues los que no desaparecieron cumplieron penas de 12 años en prisión, sufriendo torturas y malos tratos, o vivieron en el exilio, sin haber recibido ningún tipo de juicio ni garantías. Es cierto que se les otorgó luego una amnistía, pero vaya pena cumplieron. Es hora de que otros, con las debidas garantías, cumplan con las suyas si son culpables. No insulte la inteligencia de su pueblo, el que dos veces lo puso en el sillón presidencial.
Las declaraciones de Jorge Batlle ya son menos sorprendentes pues nos tiene acostumbrados a las mismas. Cuando no insulta a los habitantes de algún país vecino va a llorar frente a sus cámaras y cuando no, comienza a preocuparse por los 196.000 jóvenes desempleados, hubiera sido bueno que se preocupara, o mejor dicho que se ocupara de ellos durante su período presidencial, para ello fue debidamente electo.
El Frente Amplio claramente celebra, con ánimo de justicia y no de revancha los dictámenes de la justicia.
El Partido Nacional, a pesar que durante el gobierno de Lacalle no avanzó tampoco en estos casos, y más allá de haber expresado en varias oportunidades que tratar estos temas no ayudaba a cicatrizar heridas del pasado, se manifestó conforme con las sentencias (inclusive recordando palabras de Wilson) y ratificaron su fe de que la justicia de nuestro país actúa en forma independiente.
Es Quijotesco que un partido tan minoritario como el Colorado se lance solo en contra de las decisiones de la justicia tan solo porque en esta oportunidad no se ajustan a sus intereses.
La actitud desesperada, la reiteración de los mismos y escasos argumentos, en las entrevistas, el llamado a conferencias de prensa, etc., por parte de líderes del Partido Colorado ya a esta altura parecen una caricaturización de su propia realidad. Tal vez su esperanza esté en que a veces el reírnos de nuestros males nos ayuda a superarlos.
Los actos de desesperación realizados por Juan Pedro Bordaberry, las declaraciones sobre el procesamiento de su padre y de Juan Carlos Blanco por parte los ex presidentes Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle han despertado en mi gran asombro, asombro por ver tan débiles argumentos y discursos esgrimidos por algunos quienes fueron - desde mi punto de vista - respetables oradores.
Evidentemente el Partido Colorado y muchos de sus integrantes se sienten acorralados al ver desmoronarse la muralla de impunidad que habían creado entorno a los crímenes y criminales envueltos en la última dictadura militar que existió en nuestro país; y temen se termine de caer lo poca estructura que mantiene vivo - aunque agonizante - a su partido.
Desde que asumió el nuevo gobierno se percibía una hostilidad mayor en las filas coloradas que en las propias del ejército, ante la intención de permitir investigar y actuar más allá de lo hecho anteriormente. Esto da para pensar que clases de responsabilidades tienen los primeros para que tanta preocupación haya nacido.
Se acusa a la justicia de no tener independencia y se la insulta al decir que está influenciada por el gobierno desde hace un año y medio atrás. Tan ridícula es esa acusación como la que se escuchaba cuando ellos eran gobierno y desde la otra vereda se decía que la justicia no avanzaba pues estaba por ellos influenciada a lo que respondían con fuertes voces a los cuatros vientos que, por suerte en nuestro país la justicia era independiente. Es muy infantil esgrimir ahora ese argumento como válido.
La única - y no menor - influencia sobre este proceso que tuvieron, o dejaron de tener, los diferentes gobiernos desde que retornó la democracia es la de aplicar la ley de caducidad y tomar la determinación de que casos la justicia estaba posibilitada a investigar o no.
Por otro lado, Pedro Bordaberry, insiste permanentemente con los únicos dos argumentos que parece poseer que son las declaraciones de Rafael Michellini y Gonzalo Fernández. Por más que al principio le pudo haber parecido buena estrategia debiera ya darse cuenta que está quedando en ridículo al insistir con ellos. Demuestra no tener mayores argumentos que un par de declaraciones tomadas en forma secreta y fuera de contexto. Reclamo más astucia o de lo contrario silencio.
No se puede pretender que quien tuvo que enfrentar un momento crítico cuando los terroristas mataban y secuestraban allá por los 60 y 70, asumiendo la Presidencia de La República, pueda eludir la responsabilidad de los hechos que bajo su mandato ocurrieron. Si estaba informado por permitirlo, y si no lo estaba por no tener la competencia para estar en un cargo tal.
Así como es triste ver a una estrella del fútbol que no se retira a tiempo en lo mejor de su carrera, es penoso escuchar como se repite una y otra vez, desde hace meses, el ex presidente Julio María Sanguinetti declarando sobre su preocupación por los parámetros básicos de la política de paz, sobre una política que dice discrimina juzgando a unos y no a otros. Por si acaso le recuerdo que muchos fueron discriminados pues los que no desaparecieron cumplieron penas de 12 años en prisión, sufriendo torturas y malos tratos, o vivieron en el exilio, sin haber recibido ningún tipo de juicio ni garantías. Es cierto que se les otorgó luego una amnistía, pero vaya pena cumplieron. Es hora de que otros, con las debidas garantías, cumplan con las suyas si son culpables. No insulte la inteligencia de su pueblo, el que dos veces lo puso en el sillón presidencial.
Las declaraciones de Jorge Batlle ya son menos sorprendentes pues nos tiene acostumbrados a las mismas. Cuando no insulta a los habitantes de algún país vecino va a llorar frente a sus cámaras y cuando no, comienza a preocuparse por los 196.000 jóvenes desempleados, hubiera sido bueno que se preocupara, o mejor dicho que se ocupara de ellos durante su período presidencial, para ello fue debidamente electo.
El Frente Amplio claramente celebra, con ánimo de justicia y no de revancha los dictámenes de la justicia.
El Partido Nacional, a pesar que durante el gobierno de Lacalle no avanzó tampoco en estos casos, y más allá de haber expresado en varias oportunidades que tratar estos temas no ayudaba a cicatrizar heridas del pasado, se manifestó conforme con las sentencias (inclusive recordando palabras de Wilson) y ratificaron su fe de que la justicia de nuestro país actúa en forma independiente.
Es Quijotesco que un partido tan minoritario como el Colorado se lance solo en contra de las decisiones de la justicia tan solo porque en esta oportunidad no se ajustan a sus intereses.
La actitud desesperada, la reiteración de los mismos y escasos argumentos, en las entrevistas, el llamado a conferencias de prensa, etc., por parte de líderes del Partido Colorado ya a esta altura parecen una caricaturización de su propia realidad. Tal vez su esperanza esté en que a veces el reírnos de nuestros males nos ayuda a superarlos.
Etiquetas: Opinion
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home