domingo, abril 11, 2010

Santa Catalina

Salió sin rumbo y se dejó llevar por la noche encantadora y fresca. Ese día no tenía ninguna idea particular más que dejar la soledad por un rato, y así fue que terminó en aquella esquina mezclándose entre el bullicio.

Celebró cumpleaños de gente que no conocía, asistió a una separación llena de lágrimas y caricias, vibró con un grupo de amigos que tomaban cerveza entre anécdotas,  y hasta se le dibujó una tierna sonrisa en el rostro cuando un muchacho le regaló una rosa a su novia. 

Luego de un rato pagó la cuenta, pegó un vistazo al lugar y tomó el último trago de cerveza. Dejó la mesa casi de la misma forma que la había encontrado, como si no hubiese estado allí y partió desapareciendo en la oscuridad, está vez, llevándose un montón de historias que le acompañaron.